El mundo se me va quedando pequeño. Cada vez aumenta más en mi esa sensación de que necesito estar alojada en un rincón de tú corazón. Pero no en uno de esos rincones como ese donde tiro la ropa en mi habitación con la esperanza de que reaparezca limpia, sino en uno de esos rincones donde guardas los recuerdos más profundos. Recuerdos que quizás en algún momento decidas rescatar. Y es que cuando intentas enterrar un recuerdo (puede que solo un recuerdo de una sensación gratuitamente agradable) para olvidarlo, lo único que logras conseguir es que tarde o temprano vuelva a salir a flote; esta vez agarrado a una gran tabla llena de viejos sentimientos.
Y como siempre llego a esa encrucijada con mi corazón en la que esta vez, debo decidir si dejar a la deriva esos sentimientos con la esperanza de olvidarlos o rescatarlos definitivamente para embarcarlos en mi vida.